26/6/11

Dios

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 Jerónimo Savonarola, mártir, versos inmortales:


DIOS

“Dicen que no comprendo Tu Existencia,

que el fuego de los réprobos me quema,

que mi lengua sin cesar blasfema

y que no entiendo la pálabra DIOS.



Dicen que no Te busco ni Te imploro

Ni Tus Grandezas infinitas veo,

Dicen que tengo el corazón de ateo

Y que mi labio te maldice. NO!

 

El Universo es el augusto templo

donde te encuentra absorta la mirada,

el Sol es una lámpara colgada

que derrama su luz sobre Tu altar.



Allí te adoro yo porque Tu Nombre

entre los astros fulgurante brilla

y en espíritu doblo la rodilla

adorando en silencio Tu Bondad.



El aire que la atmósfera embalsama,

la savia que los seres acrecienta

y el fuego que los mundos alimenta

Tu Excelso Nombre proclamando están.



Eres la Voluntad Inquebrantable,

el Bien Eterno, la Virtud Potente,

de la Verdad inagotable fuente

porque eres la Razón Universal.



En su terrible estupidez el hombre

se forja un Dios indigno de alabanza,

ebrio de odio, cólera y venganza,

terrible y sanguinario como él.



Otras veces se finge en su locura

un Dios afeminado que se esconde,

que a la voz del creyente no responde

si en su altar no hay encajes y oropel.




Eso no es Dios! El Dios en quien yo creo

tener no puede la ambición del oro,

El Dios Bondad, el Dios a quien yo adoro

No cambia Sus Bondades por metal!”



Su Espíritu gigante no se oculta

En el recinto estrecho de un sagrario;

El Universo entero es Su Santuario

Pues es la Providencia Universal.



Interna Voz, Inagotable Fuente,

Fecunda Luz, Vivificante Esencia,

La base de Tu Templo es la conciencia

Y Tu Gran Sacerdote es el Amor.



Yo sé que existes Inmutable, Grande,

Yo en Tus Bondades infinitas creo

Pues en la tierra y en los cielos veo

Resplandecer esta palabra: DIOS!”

19/6/11

La Raíz Del Rosal


La Raíz del Rosal

He aquí lo que hablaron cierto día, al encontrarse, un hilo de agua y una raíz de rosas:

-Vecina raíz, nunca vieron mis ojos nada tan feo como tú. Cualquiera diría que un mono plantó su larga cola en la tierra y se fue dejándola. Parece que quisiste ser una lombriz, pero no alcanzaste su movimiento en curvas graciosas, y sólo le has aprendido a beberme mi leche azul. Cuando paso tocándote, me la reduces a la mitad. Feísima, dime, ¿qué haces con ella?

Y la raíz humilde respondió:

-Verdad, hermano hilo de agua, que debo aparecer ingrata a tus ojos. El contacto largo con la tierra me ha hecho parda, y la labor excesiva me ha deformado, como deforma los brazos al obrero. También yo soy una obrera; trabajo para la bella prolongación de mi cuerpo que mira al sol. Es a ella a quien envío la leche azul que te bebo; para mantenerla fresca, cuando tú te apartas, voy a buscar los jugos vitales lejos.

Hermano hilo de agua, sacarás cualquier día tus platas al sol. Busca entonces la criatura de belleza que soy bajo la luz.

El hilo de agua, incrédulo pero prudente, calló, resignado a la espera.

Cuando su cuerpo palpitador ya más crecido salió a la luz, su primer cuidado fue buscar aquella prolongación de que la raíz hablara.

Y, ¡oh Dios!, lo que sus ojos vieron.

Primavera reinaba espléndida, y en el sitio mismo en que la raíz se hundía, una forma rosada, graciosa engalanaba la tierra.

Se fatigaban las ramas con una carga de cabecitas rosadas, que hacían el aire aromoso y lleno de secreto encanto.

Y el arroyo se fue, meditando por la pradera en flor:

-¡Oh, Dios! ¡Cómo lo que abajo era hilacha áspera y parda, se torna arriba seda rosada! ¡Oh, Dios!, ¡cómo hay fealdades que son prolongaciones de belleza...!

Gabriela Mistral